La complejidad de la mente humana es un tema que a todos nos parece interesante, principalmente porque, como dicen “cada cabeza es un mundo”. Basándonos en esta premisa, no debe sorprendernos que existan un sinfín de trastornos psicológicos tales como las fobias.
La palabra tiene una raíz griega “fobos”, literalmente “pánico”, dios griego que representaba al horror, y se refiere a todo aquel miedo intenso, irracional y desproporcionado a objetos o situaciones concretas. Las hay desde las más comunes como la aracnofobia (miedo a las arañas), la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados) y la coulrofobia (miedo a los payasos o mimos); así como las más extrañas y específicas como la turofobia (miedo al queso), uranofobia (miedo al cielo); y las mortales, como la heliofobia (miedo al sol) y la somnifobia, el miedo a dormir.
Quien padece este trastorno, siente un miedo irracional a dormir pues, por alguna razón, tiene la idea de que algo muy malo le puede pasar durante ese lapso donde la conciencia se ausenta. Los principales temores son desde que surja alguna situación peligrosa mientras duermen, hasta el de morir dormido, dejar de respirar o incluso a las comunes pesadillas.
Sufrir de esta fobia puede causar graves problemas en nuestro organismo, episodios de ansiedad, mal rendimiento en nuestras actividades, estrés y hasta alucinaciones, y algunos síntomas más concretos como: respiración entrecortada, sudoración, falta de aire, sensación de pánico y somnolencia.
En cuanto al origen de las fobias, es difícil precisar los motivos, aunque se sugiere que episodios traumáticos pueden ser la principal causa, y también que las tenemos de nacimiento.
Es importante recordar que el miedo no es nada más que nuestro principal sistema de alerta, pues trata de mantenernos alejados de todo aquello que nos pueda hacer daño.
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Somnifobia: el miedo irracional a dormir
Posted by Mariana Lunela on